Revolcadores (Murcia)

viernes, 30 de septiembre de 2016

Ruta del Chorro y Ruta del Macizo del Rocigalgo (Los Navalucillos)


RUTA DEL CHORRO Y DEL MACIZO DEL ROCIGALGO (1.449 m)
Los Navalucillos (TOLEDO)

Datos técnicos:

Nombre de la ruta: Ruta del Chorro y Ruta del Macizo del Rocigalgo.
Municipio: Los Navalucillos.
Provincia: Toledo.
Techo provincial: Cerro del Rocigalgo (1.449 m).
Distancia: 21,69 kilómetros.
Tiempo total: 7h 23’.
Tiempo en movimiento: 5h 23’.
Tiempo detenido: 2h.
Desnivel positivo: 936 m.
Altitud mínima: 720 m (Arroyo del Chorro).
Altitud máxima: 1.449 m (El Rocigalgo).
Tipo: circular.
Señalización: Sí. Rutas señalizadas por el Parque Nacional de Cabañeros, pero no homologadas.
Dificultad: Media-alta.
Cartografía: Mapa Topográfico 1:25.000 683-IV Sierra Fría.
Fecha: 14 de mayo de 2016.


Acceso:

El punto de inicio de esta ruta es la caseta de información del Chorro del Parque Nacional de Cabañeros. Para llegar hasta ella hay que dirigirse hacia la población de Los Navalucillos por la carretera CM-4155. Cruzar el pueblo dirección a Robledo del Buey y a unos 9 kilómetros desviarnos por un camino de tierra siguiendo las indicaciones del Parque. El camino desciende hasta cruzar el río Pusa y pasar junto al área recreativa de Las Becerras, y pocos minutos después se llega al aparcamiento habilitado junto a la caseta de información.


Descripción:


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El Cerro del Rocigalgo, Corocho del Rocigalgo o simplemente el Rocigalgo es el punto más elevado de la provincia de Toledo. Aunque en todos los mapas y folletos del Parque Nacional de Cabañeros indican que la cota de este techo provincial es de 1.448 metros, en el mapa topográfico del Instituto Geográfico Nacional aparece que dicha altitud es de 1.449 metros, dato que tomamos como referencia.

Desde un punto de vista geográfico, el Rocigalgo se encuentra al Sur de la provincia de Toledo, muy cerca del límite Noroeste de la provincia de Ciudad Real, dentro del término municipal de Los Navalucillos. Está enclavado en pleno Montes de Toledo y dentro del Parque Nacional de Cabañeros, denominado así por la existencia de numerosas cabañas, construcciones típicas de la zona, y declarado como tal por poseer una gran representación de bosques mediterráneos (LEY 33/1995, de 20 de noviembre de declaración del Parque Nacional de Cabañeros. BOE, nº 278, de 21 de noviembre de 1995). En 2005, por acuerdo de consejo de ministros, se ampliaron los límites del Parque Nacional, y el macizo del Rocigalgo quedó dentro de sus límites en la parte más septentrional.

Hasta no hace mucho (abril-mayo de 2016), la única ruta señalizada para ascender al Rocigalgo era la del Chorro, ida y vuelta por el mismo sitio. Sin embargo, a partir de la primavera de 2016 el ascenso a este techo se puede hacer de manera circular, además siendo la ruta recomendada por el Parque, siguiendo la ruta del Chorro de ascenso y la ruta del Macizo del Rocigalgo de descenso. Este recorrido comienza desde la caseta de información del Chorro junto a la que se puede estacionar el vehículo en el parking habilitado. Allí mismo se puede recibir información precisa de la ruta para hacerla de manera autoguiada. También existe la posibilidad de realizarla guiada informándose previamente.

Los primeros pasos transcurren por camino de tierra. Junto a él nos iremos encontrando unos postes numerados, con la parte superior de color verde, que nos indican las paradas que se pueden realizar y que podremos interpretar gracias al folleto informativo que nos proporcionan en la caseta de información. A los pocos minutos del comienzo cruzamos el Arroyo de la Arañosa, afluente del Arroyo del Chorro por su margen izquierda. Es junto al Arroyo del Chorro por donde transcurre casi la totalidad de la ruta de ida hacia el Rocigalgo, al principio remontando por su margen izquierda.

La vegetación que nos acompaña los primeros kilómetros, en las cotas más bajas de la ruta, es una vegetación típicamente mediterránea, con un predominio de la jara pringosa (Cistus ladanifer) en el sotobosque y de la encina (Quercus ilex) en el estrato arbóreo, aunque la diversidad es muy amplia por las condiciones de mayor humedad y las diferencias de solana y umbría que se pueden encontrar junto al arroyo.

Por un pequeño puente de obra se cruza al margen derecho. El camino, de suave y continua pendiente, finaliza en una pequeña caseta de obra junto al arroyo de donde toma agua. A partir de este punto la ruta sigue por sendero perfectamente habilitado y señalizado. Tras un pequeño repecho por unos escalones, la senda sigue ascendiendo de forma suave. Una parada interesante es la número 6 que nos ofrece vistas a la ladera de enfrente donde se pueden contemplar numerosos canchales o pedreras (pedrizas). Se trata de acumulaciones de bloques pétreos fragmentados por procesos de meteorización de las cornisas montañosas, que suelen ser móviles por su falta de suelo. El principal proceso de fragmentación de las rocas, en cantos angulosos, es la gelifracción, es decir, rotura de la roca por los cambios de estado de líquido a sólido del agua infiltrada en las fisuras por los cambios de temperatura entre el día y la noche.

Más arriba aparece una bifurcación en el sendero donde se indica que la cascada del Chorro se encuentra a tan solo tres minutos hacia la derecha. A unos metros del desvío nos encontramos un pequeño refugio o abrigo de pastor que aprovecha una gran roca a modo de techo. Al pasarlo e ir girando ya se divisa la pasarela de madera que nos conduce hasta el mirador de la cascada del Chorro. Se trata de una espectacular y ensordecedora caída de agua de 18 metros de altura en un estrecho rocoso del Arroyo del Chorro. Este rincón, húmedo y fresco, alberga una gran diversidad de vegetación entre las que destacan las especies rupícolas y algunas variedades de helechos. Tras contemplar el Chorro regresamos a la bifurcación y seguimos por el sendero, ahora con un pequeño tramo de pendiente más exigente. Tras el repecho, la senda vuelve a suavizarse.

Más adelante se llega a una cornisa de roca donde se ha instalado una cadena para usarla de pasamanos y proporcionar mayor seguridad, aunque es un tramo que no depara ninguna dificultad. Pasado este punto y a poca distancia llegamos a la bifurcación que nos conduce a la Chorrera Chica a unos escasos 5 minutos. Se trata de otra caída de agua que, como su propio nombre indica, es más pequeña que la anterior aunque también merece su visita.

De regreso a la bifurcación, el poste indica que queda una hora y media hasta el pico Rocigalgo. Seguimos ascendiendo sin dificultad alguna siguiendo los postes de la ruta del Parque Nacional de Cabañeros hasta volver a cruzar el Arroyo del Chorro. A partir de este punto se puede observar un cambio importante de vegetación, se ha pasado de un encinar a un rebollar. Desde aquí hasta el Collado del Chorro iremos inmersos en un bosque de robles melojos (Quercus pyrenaica) donde las rocas cuarcíticas cubiertas por alfombras de musgo hacen de este lugar una estampa idílica.

Al alcanzar el collado del Chorro nos desviaremos hacia el Nordeste (a la izquierda). El último tramo hasta el techo de Toledo es una corta pero exigente cuesta. En la cima, allanada, destaca una estación meteorológica vallada, un mirador de madera y un promontorio rocoso con un pilar de obra a modo de vértice geodésico que indica que estamos en el Rocigalgo (1.449 m). Desde el mirador se pueden contemplar amplias vistas de la parte más septentrional de los Montes de Toledo.

Tras un breve descanso se inicia el regreso por la ruta del Macizo del Rocigalgo, algo más larga que la ruta del Chorro. También esta ruta tiene varias paradas indicadas con postes de madera numerados, y su parte superior de color rojo. El folleto informativo recogido en la caseta de información nos ayuda a interpretar las paradas. El camino de vuelta, perfectamente arreglado, no es todo de descenso. Tras una breve bajada viene una pequeña cuesta en cuya parte superior se encuentra un panel informativo acerca de los fósiles y de las señales de actividad biológica que han quedado en estos relieves.

Caminaremos un tramo por la parte alta de la sierra, junto a la divisoria de aguas, con algunas subidas y bajadas, lo que nos proporciona unas espectaculares vistas de las sierras vecinas. Es en esta elevada parte donde se puede contemplar la cabra montés (Capra pirenaica victoriae) encaramada a alguno de los riscos. Y por el aire es fácil ver volar algún buitre leonado (Gyps fulvus).

Tras una pronunciada bajada se llega a un collado donde encontraremos un solitario banco de madera para retomar fuerzas antes de afrontar la última cuesta que nos conducirá a la vertiente norte de la Sierra Fría. La siguiente parada la haremos en el mirador del río Pusa desde donde la vista nos alcanza hasta divisar las sierras de Gredos y Guadarrama, y en primer plano el río Pusa donde vierten las aguas del Arroyo del Chorro.

Seguimos descendiendo y nos metemos de nuevo en un rebollar o bosque de roble melojo (Quercus pyrenaica). Si nos acercamos a cualquier ejemplar es fácil ver las agallas, estructuras vegetales redondas que se han producido por la reacción defensiva del roble ante la puesta de huevos de insectos en las hojas. Si observamos bien las agallas se puede ver un agujero que es por donde ha salido el insecto que se ha alimentado de ella.


El descenso se hace más pronunciado y rápido. La parte final del camino zigzaguea para salvar el desnivel mientras desciende la ladera que da al Arroyo de la Calanchera. El rebollar da paso a un tupido sotobosque de jaras y encinas que se atreven a adentrarse en el canchal de esta vertiente. Finalmente alcanzamos la cota más baja de toda la ruta en el puente de madera que cruza el Arroyo del Chorro, a poco más de un centenar de metros antes de unirse con el Arroyo de la Calanchera. Tras cruzar por el puente, solamente nos queda una pequeña subida que nos conduce al parking de la caseta de información donde comenzamos la ruta.