Teresa de Cofrentes es un
municipio del interior valenciano que forma parte de la comarca Valle de
Ayora-Cofrentes, una comarca que los vecinos llaman simplemente “el Valle”, y
es este accidente geográfico el que identifica este territorio. Se trata de una
fosa central, con dirección Sur-Norte, por la que transcurren las aguas del río
Reconque-Cautabán, y que separa los relieves mayoritariamente tabulares de sus
lados.
Nos encontramos, por tanto, con
un paisaje montañoso, con numerosos valles que dan a la fosa central, al Valle,
en el que afloran materiales del Triásico que van a conferir al paisaje unas
características especiales. Y es en este contexto en el que se desarrolla la ruta
de los Cuchillos de Teresa de Cofrentes, en un paraje de cerros y
colinas triásicas en el interior de la gran fosa. Es un paisaje muy distinto al
que se puede encontrar en el resto de la comarca, densamente ocupada por
extensas pinadas de pino carrasco. En esta ruta no encontraremos sombras, ni
manchas de árboles. Recorreremos un terreno con una cubierta vegetal escasa, en
el que sus mayores representantes serán espartos y albaidas, con unas
condiciones sub-áridas, en el que el principal atractivo es ese, las comunidades
vegetales adaptadas a la litología del terreno.
El recorrido es de unos 9
kilómetros, con una pequeña parte lineal y el resto circular. Comienza en el
“anfiteatro” de Teresa, donde hay un cartel que recoge todas las rutas del
término, y la primera indicación de la ruta de los cuchillos. Pasaremos junto a
la rotonda de la entrada al municipio frente a la que se encuentra uno de los
paneles cerámicos de la ruta comarcal de los moriscos, y seguidamente junto a
la acequia que bordea las casas más occidentales del casco urbano y que todavía
conservas las losas desgastadas del antiguo lavadero.
Para dejar atrás la población de
Teresa de Cofrentes cruzaremos la carretera N-330, con precaución, en un lugar
con perfecta visibilidad, y seguiremos por caminos que atraviesan las huertas
regadas con las aguas del río Zarra y la rambla del Rasmal, huertas en proceso
de abandono, tendencia, por desgracia, generalizada en el mundo rural. Los
ribazos de las huertas aún conservan sus almeces (Celtis australis),
antaño tan apreciados por ser su madera la materia prima para las herramientas
del campo y con la que se desarrolló una industria de la que quedan buenos
ejemplos en Zarra y principalmente en Jarafuel (las conocidas fábricas de
bastones o garrotes).
Pronto alcanzaremos el río Zarra
y lo cruzaremos por encima de la presa de la Arboleja de Abajo, un azud que
retiene las aguas del río para derivar parte de su caudal por la margen
izquierda por la acequia de la Arboleja de Abajo. Una pequeña lámina de agua
pasa por encima del azud, así que iremos con cuidado sobre las rocas puestas
para evitar resbalar y mojarnos los pies. Una vez hemos cruzado la presa,
subiremos por unos escalones excavados en la tierra rojiza de la ladera.
Si hasta este punto hemos
caminado junto a las huertas de regadío que ocupan la zona llana de las riberas
de los ríos de materiales cuaternarios, a partir de ahora el terreno cambia
drásticamente. Los colores se vuelven más rojizos o grises. Nos encontramos con
materiales del Triásico Superior, y más concretamente de la facies Keuper: areniscas,
arcillas yesíferas, arcillas rojas, margas, margas yesíferas versicolores con
jacintos de Compostela. A lo largo de la ruta podremos ver magníficos ejemplos
de yesos espejuelos, los conocidos como Lapis specularis por los antiguos
romanos.
El recorrido se encuentra
perfectamente señalizado con postes de madera y marcas pintadas en el suelo,
por lo que difícilmente nos podríamos equivocar. El recorrido es un vaivén de
subidas y bajadas por estos cerros descarnados en los que crecen comunidades
vegetales adaptadas a su sequedad tales como los espartales. También podremos
ver algunos campos de olivos abandonados en las laderas, olivos que a pesar de
sus años no tienen un porte considerable, y que fueron plantados por unas
generaciones no tan lejanas que bien sabían aprovechar los recursos del terreno
con un gran y cuidadoso trabajo.
Después de varios kilómetros
subiendo y bajando pequeñas cuestas llegaremos a la altura del puente de
Jarafuel bajo el que pasan las aguas del río Zarra. Desde ahí volveremos a
caminar junto a las huertas, abandonadas hace tiempo, de esta partida agrícola.
Caminaremos dirección al cruce donde acaba la parte circular y volveremos a
cruzar por encima de la presa.
El regreso hasta Teresa de
Cofrentes se realiza por el mismo sitio, desandando los primeros pasos de la
mañana, para finalizar en el “anfiteatro” de la población, con la impresión de
haber realizado una ruta distinta, con un paisaje singular, y con una geología
muy particular.
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